Descubrí la saga de Harry Potter hace 16 años. Desde entonces soy la única lectora que conozco a quien le gustaría que el Sombrero Seleccionador la eligiera para Hufflepuff. Mis amigos piensan que eso no tiene sentido. Mi familia cree que no pongo suficiente atención a lo que dicen los libros. Hasta los tests y las plataformas digitales que extienden el universo de Harry Potter me sabotean para colocarme en Ravenclaw. Aun así pienso lo mismo: J.K Rowling no le dio a su cuarta casa la oportunidad de mostrar su verdadera razón de ser.
Hogwarts, la escuela de magia y hechicería en la que se desarrollan los 7 libros que conforman la saga, divide a sus estudiantes en cuatro casas de acuerdo a las características de su personalidad: Gryffindor (fuego), Ravenclaw (aire), Slytherin (tierra) y Hufflepuff (agua). Son las casas del instinto, el intelecto, el poder y la compasión, respectivamente.
Todas están representadas por un animal soberbio, excepto Hufflepuff que tiene un tejón. Un “ridículo” tejón cuya virtud es no hacer daño a otros (a menos que sea en legítima defensa). Debo decir que tampoco es el animal que a mí me hubiera gustado, pero demuestra que las cosas no son siempre como parecen. Muchas veces juzgamos las acciones del corazón con la misma arrogancia con la que miraríamos a un tejón.
A lo largo de todos estos años he escuchado el desprecio de los lectores que aseguran que esa es la casa de los alumnos estúpidos. Los que nunca ganan los torneos o parecen tener interés en materias sin sentido, como la de herbolaría. Sin pensar que tal vez “no ganan” porque la generosidad no se relaciona con la competencia. Simplemente hay cosas en la vida que son más importantes que tener elementos para presumir a los demás. Hay otras maneras de engrandecernos.
Mientras los fundadores de las otras casas tenían requisitos específicos, en Hufflepuff aceptan a todos los magos sin importar su origen. Es decir, consideran que todos los seres humanos son igualmente capaces de desarrollar su potencial mediante la perseverancia. Defender la armonía y el respeto hacia las diferencias no me parecen tareas fáciles en el mundo en el que vivimos.
La historia de Rowling menciona que de la casa del tejón han egresado muy pocos magos tenebrosos. Esto no es resultado de la falta de ambición (como algunos creen), sino de un propósito distinto y más elevado. Si el enfoque no está en el ego, ni en el odio o en la envidia, entonces me parece lógico que en esta casa haya una tendencia natural hacia la luz. 100 puntos para Hufflepuff.
Para algunas filosofías y religiones, el corazón ha sido considerado el centro del ser humano: la fuente de sabiduría espiritual que mezcla pensamiento, emociones y la conexión con lo divino. Por ejemplo, para el budismo el corazón representa la inteligencia más sublime. Para el cristianismo, amar sin límites es el camino para acceder al cielo y, por lo tanto, exige mucha valentía. Actuar con amor muchas veces no es ni fácil ni cómodo, pero al menos produce paz. Si pudiéramos asumir esa virtud, viviríamos en un mundo distinto.
Quienes formamos parte de la generación Harry Potter deberíamos preguntarnos si de verdad creemos que la nobleza de corazón es una virtud menor. O de dónde viene esa asociación de actitudes como la contemplación o la dulzura, con la debilidad o la estupidez. ¿Por qué subestimamos las posibilidades que nacen de un impulso compasivo?
Hufflepuff es la casa que invita a sus alumnos a adoptar los códigos de la empatía, la armonía y la unidad. Los motivos de la verdadera conciencia. Si esto se lograra, ¿los Hufflepuff no serían en realidad los magos más poderosos? Por supuesto el poder representa algo distinto en cada casa. En Slytherin significa estatus; en Gryffindor, reconocimiento; en Ravenclaw es la erudición máxima lo que coloca a sus magos en altas posiciones. Pero en Hufflepuff el poder significa la capacidad de modificar positivamente la realidad a través de pensar en los demás.
Los seleccionados para esta casa apuestan por ser íntegros y leales. Por eso creo que merece una visión más justa por parte de viejos y nuevos lectores. Porque, al final, ¿de qué sirve saberlo todo, dar autógrafos o tener un gran puesto en el Ministerio? En serio, ¿de qué sirve si no hay con quien compartir esos logros? Lo único verdaderamente capaz de darnos un sentido como seres humanos son los vínculos que creamos con las personas que nos aman. Ese es el principio de toda magia maravillosa.
Así que despierten, tejones que permanecen en silencio. Sólo los Hufflepuffs del mundo podrán salvar a nuestra especie.
*Los textos de la Nebulosa del Cangrejo son contenido original de Anabel Casillas (Twitter: @DimeChascona)