Después de que las actrices de Hollywood se pronunciaran contra el acoso en el marco de los Golden Globes, 100 intelectuales francesas firmaron un manifiesto en el que acusaron a estas mujeres de convertir al hombre en un enemigo. Esto ha generado polémica entre diversos grupos feministas.
Primero el contexto. El jueves pasado, dos mujeres se encontraron frente a las cámaras de Primero Noticias. Martha Lamas, una reputada antropóloga con una larga trayectoria en temas de género. Y Catalina Ruiz Navarro, quien desde hace algunos años ha dado a conocer diversos puntos de la agenda feminista de los últimos tiempos. Ambas fueron invitadas a debatir sobre las diferencias entre acoso y coqueteo. Martha estuvo de acuerdo en que movimientos como #MeToo promueven el puritanismo y mantienen a las mujeres en el papel de víctimas. Señaló con cierto desprecio a las mujeres que “la hacen de pedo por todo” y que censuran por igual cualquier acto de seducción que puede ser malentendido.
Catalina, en cambio, representó a la voz de una generación “progre” que comprende a la denuncia como un acto valiente y necesario para cambiar la cultura machista en la que estamos inmersos. Durante su intervención, fue muy enfática respecto a la importancia de analizar el contexto y las desigualdades de poder para definir un acoso como tal.
Al margen de las simpatías que cada una de estas mujeres pudo haber despertado (o no), es importante que todos nos hagamos cinco preguntas urgentes:
1. ¿Sabemos la diferencia entre acoso y coqueteo?
Si ya no podemos decirle guapas a las mujeres, ¿entonces cómo vamos a ligar?
Hombres, la respuesta es: dejen de hacer lo que siempre hacen. Escuchen. Pensar siempre que “el que persevera alcanza”, es como “el fin justifica los medios” de la conquista romántica. Y no, lo siento, esto no aplica. Algo estamos haciendo muy mal en esta sociedad si nuestro concepto de amar a alguien se relaciona con perseguir, presionar o dominar. Y les garantizo algo: es más fácil que liguen mostrando interés por algo más que nuestros cuerpos, que por hacernos sentir intimidadas
2. ¿Será que las mujeres vemos acoso en cualquier lado y ahora nos escandalizamos?
A todas les gusta que les digan que están bonitas. Ahora resulta que hasta voltearlas a ver es acoso.
Todos tenemos un instinto de supervivencia que anticipa el peligro. Puede activarse al intentar un deporte extremo o al caminar en una calle oscura. Pero en el caso de casi todas las mujeres, este instinto se desarrolla también para mantenernos a salvo de los hombres. Vivimos en un tiempo en el que, por primera vez, hay espacios para decir que nos incomodan ciertas actitudes del sexo opuesto, que las generaciones anteriores nos enseñaron a dar por sentado. Y, peor todavía, a creer que es nuestra responsabilidad porque los hombres son incapaces de controlar su deseo. Efectivamente, muchas feministas han sostenido debates sobre lo que significa el acoso desde hace mucho tiempo. Lo más sano sería hablar y hablar de estas situaciones. Por otro lado, si algunos hombres son tan machos como para andar de galanes insistentes, ¿por qué no lo son para preguntar a las mujeres si sus actitudes las incomodan? Y claro, para aceptar la respuesta cualquiera que sea.
3. Denunciar, en lugar de aguantar una situación que te incomoda, ¿te hace “mocha”?
Uy, de haber sabido que eres una de esas señoras copetonas que van a misa los domingos ni te decía nada.
Este es un argumento que he escuchado en muchas ocasiones hasta de hombres supuestamente educados. Parece que las mujeres estamos sólo para complacer. Entonces, cuando un hombre obtiene un gesto de disgusto, o un “no” en cualquiera de sus presentaciones, invalida a la mujer en cuestión calificándola de conservadora o exagerada. Esto ha perpetuado actos de violencia machista que ocurren por no respetar un principio de consentimiento (again, sí). Toda manifestación de incomodidad, desconfianza o miedo, debe ser tomada en serio. Sin importar nuestras propias interpretaciones. Punto.
4. Salieron muuuuchos interesados en retomar el comunicado de las francesas más para reafirmar que “todo es culpa de las feminazis” que por cuestionar sus propias actitudes. ¿Por qué?
¿Ya vieron? Si no les gusta que les digan nada, ¿pa qué se visten así? ¿Pa qué salen de noche? Hasta que Doña Martha Lamas, una feminista reconocida, les dice que qué hueva lo que dicen
Vi muchos aplausos en redes sociales para descalificar lo que implica un esfuerzo. Es decir, resulta más cómodo decir que las exigencias de alguien son tonterías, que asumir responsabilidades y cuestionar la manera en la que vivimos. Hemos escuchado premisas falsas a lo largo de la vida, entre ellas que nadie entiende a las mujeres y que, por lo tanto, no hay que tomar en serio lo que dicen. Tal vez sería momento de repetir hasta el cansancio que “no”, significa no. Que las feministas pueden pensar diferente, pero que eso no significa que el acoso sea justificable. Y, en serio, si van a retomar o a felicitar a alguien, que sea por contribuir a un mundo más equitativo. No para sentirse bien ante sus propias inseguridades.
5. ¿Qué significa realmente “ser puritana”?
Esas feminichairas quieren acabar con los derechos sexuales y que nos volvamos espantados.
La libertad sexual, el “capital erótico”, las parejas y las prácticas que nos excitan, son una decisión personal. Metámonos en nuestra propia vida en lugar de hacer juicios de valor sobre los deseos ajenos. Los movimientos como #MeToo no descartan el derecho a la sensualidad, por el contrario, promueven que se ejerza solo a partir de un deseo de ambas partes. ¿Está eso tan mal? Así que descalificar a una mujer por considerarla puritana nos regresa al punto 3 de este artículo.
Por supuesto hay muchas preguntas más que hace falta discutir después de un ejercicio de intercambio de ideas tan valioso, pero eso es otra historia. Todavía hay mucho qué contar en esta lucha por revolucionar conciencias. Pero estamos ganando terreno y las voces de cientos de mujeres suenan fuertes. Le pese a quien le pese.
*Los textos de la Nebulosa del Cangrejo son contenido original de Anabel Casillas (Twitter: @DimeChascona)
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