La escena habla por sí misma: la joven Rosario Castellanos escribe cartas de amor sentada en la escalinata de una prestigiosa universidad en España. A su alrededor suben y bajan múltiples figuras masculinas en un flujo difícil de predecir, pero ininterrumpido. No hay mujeres que transiten por ese mismo sitio. Ella está sola con sus letras: deletrea con cuidado un amor que no contestará de vuelta. Ese será el planteamiento de la película “Los adioses” y una parte poco explorada de la vida una de las poetas más importantes de nuestro país.
Los adioses no apuesta por una biografía cinematográfica, sino por un vistazo a la lucha entre una carrera brillante contra una relación con inseguridades y problemas mas bien comunes. Rosario Castellanos enarbola discursos en torno a la liberación de la mujer, señala los rezagos, las injusticias de la sociedad en la que se desarrolla. Pugna por un lugar en el mundo de la literatura. Es fuerte, empoderada, directa en su manera de hablar. Sin embargo sufre, en la intimidad, a causa de los deslices de su marido. Es cuestionada por entregarse a su vocación. Recibe señalamientos por una maternidad que no anhela tanto como escribir sin descanso. Es decir, muchos de los problemas que señalan las feministas de la actualidad.
“No voy a dejar de ser mamá. No voy a dejar de ser maestra. Y no voy a dejar de escribir”, grita desafiando a la pareja que le ha exigido comportarse “como una señora”. Pero sigue ahí: vacila por momentos. Rosario: la mujer a la que se le ha reclamado sentir todo demasiado. La esposa que confía en una promesa de amor. La madre que quiere el papel sin tener que representarlo desde la abnegación.
El patriarcado es una estructura tan pesada que encuentra la forma de tambalear hasta a las feministas más conscientes y determinadas. Si bien Los adioses llega en un momento histórico en el que las desigualdades de género pueden funcionar como artilugio de mercadotecnia, se distingue del el resto por los claroscuros que representa. Ni el marido es un completo macho abusador, ni Rosario un muro impenetrable. El conflicto entonces es más rico por no reducirse al drama doméstico esperado. Ella no es ni la propiedad, ni la extensión del esposo, pero también pareciera excluida.
Es un absurdo creer que solo las mujeres tontas sufren por amor, o que las relaciones dolorosas le ocurren a quienes han decidido aceptarlas por gusto. Los adioses es una película que bien podría servir para analizar la importancia de construir relaciones de parejas equitativas, en las que la vocación no se contraponga a las expectativas sociales que carecen de un sustento lógico. Un vistazo a los enredados juegos de poder que destruyen relaciones y a lo complejo que es ser una mujer independiente a la que, por momentos, le pesa el corazón.
Sin embargo, Rosario Castellanos siguió tecleando para pasar a la historia como pionera de la literatura. En eso, la película de Natalia Beristáin le hace justicia. Y con esto nos reivindica a todas: a la poeta y a las mujeres que vienen detrás.
*Los textos de la Nebulosa del Cangrejo son contenido original de Anabel Casillas (Twitter: @DimeChascona)
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