Gabriela Jáuregui es editora, poeta y feminista. En 2017 fue reconocida en la lista de Bogotá39 como una de las escritoras jóvenes más prometedoras de Latinoamérica.
Su nueva propuesta es “Tsunami”, una antología editada por Sexto Piso que reúne los textos de Margo Glantz, Cristina Rivera Garza, Verónica Gerber Bicecci, Vivian Abenshushan, Jimena González, Daniela Rea, Yolanda Segura, Diana J. Torres, Sara Uribe, Yásnaya Elena Gil. Esto es lo que me dijo al respecto.
1. Hablemos sobre Tsunami. Me gustaría que me cuentes de dónde nació la necesidad de reunir estas voces femeninas y tan diversas en una compilación como la que nos presentas.
La respuesta corta es que me encantaría que no tuviéramos esta necesidad y que nos pudiéramos reunir todas a hablar de lo que fuera, menos de violencia de género, sin embargo, en pleno 2018 sigue siendo un tema vigentísimo en un país donde todavía hay 7 feminicidios al día. Entonces la primera urgencia era reunirnos para tratar de pensar, reflexionar e imaginar otra forma de vivir (que no sea sólo sobrevivir). Al mismo tiempo que sucede eso, siento que había muchas conversaciones que suceden simultáneamente y que hacía falta retomar. Desde #MiPrimerAcoso, o el #MeToo, muchas sentíamos que la conversación se quedaba en blanco y negro, sin matices. En las redes sociales no hay espacio ni tiempo para reflexionar más despacito porque en friega ya apareció otra noticia.
La idea era entonces hacer un espacio para esos matices que faltaban y que hacen que tal vez podamos comenzar a imaginar un mundo en el que quepamos todas.
2. Como editora de este volumen, ¿sientes que estamos en una época en la que vivimos un tsunami en cuanto a la participación de las mujeres o seguimos quedándonos cortas?
De cierta forma pareciera que nos quedamos cortas, porque pareciera que siempre nos están rebasabando la violencia y el machismo. Sin embargo, creo que estamos aquí y somos muchas. Desde frentes diferentes y con nuestros momentos de desencuentro, pero no es casualidad que la lucha esté pasado en México, pero también en Argentina, en Etiopía, en Kurdistán. No sólo es algo que ocurre en nuestra cuadra, en nuestro círculo de chavas de la cultura buena onda. No, creo que realmente vivimos un momento histórico que quizás es similar al de los 60 o 70, en el que decimos “Ya basta, por favor. Nos están matando. Ya. Queremos decidir sobre nuestro cuerpo. Oye, ¿por qué no nos pagan igual?”
Es momento de seguir con esas batallas que se habían luchado antes, pero también de abrir nuevos frentes. Una cosa que me parece importante- y que este libro retoma en algunos momentos- es reconocer todas esas victorias que hemos tenido, como el derecho al voto.
3. En esta antología mencionas que reuniste tanto a mujeres que se identifican con la etiqueta de feministas, como a mujeres que no se sienten representadas de esta manera. ¿Cuáles fueron los aprendizajes o las sorpresas que tuviste en este proceso?
Creo que cada texto me sorprendió de formas distintas, pero si vamos a hablar específicamente de feminismo mencionaría a Yásnaya Aguilar, que es lingüísta y Mixe, además de ser una de las pensadoras contemporáneas más importantes de México. Pensé como editora- y después de haberla leído varias veces- que se iba a clavar en el tema del feminismo, pero entregó un texto en el que desmonta la idea de lo que es ser mujer, lo que quiere decir ser indígena y cómo se usan esas etiquetas. Y termina con un cuestionamiento bien interesante que entiendo muy bien. Leer los matices en sus argumentos nos hace repensar el mundo desde el feminismo y sus periferias.
4. También participaste como autora. En tu texto hablas del lenguaje como una herramienta, ¿qué tipo de lenguaje crees que necesitamos en este momento las mujeres para narrarnos no sólo a nosotras mismas, sino al mundo que nos rodea?
Siento que tenemos todas las palabras del diccionario. Con esas palabras se han escrito lo mismo narcomantas, que las obras más bellas de la literatura. Simplemente hay que pensar cómo las usamos y ese es justo el cuestionamiento: ¿desde dónde nos acercamos a la palabra? ¿Qué narrativas estamos construyendo? ¿A cuáles les damos prioridad? ¿Cuáles estamos oscureciendo? ¿Cuáles no queremos escuchar? Un poco de eso va el libro. Y por otro lado está toda la discusión del lenguaje incluyente, que es otra cosa. El lenguaje también es una cosa viva que debe estar en constante transformación para mantenerse. No estamos hablando hebreo o griego antiguo.
Lamento mucho que algunas generaciones de hombres mayores se sientan atacados, pero pues…¿cómo ven que llevamos 500 años diciendo “nosotros” en masculino? Miren qué cultura hemos creado. ¿Qué pasaría si cambiamos eso? ¿Qué posibilidades hay de que nuestras hijas se sientan representadas desde el lenguaje? Es un cuestionamiento: cómo le hacemos para que las niñas no se sientan invisibilizadas desde el kinder, o que su voz vale menos. Cómo le hacemos para que los niños no se sientan autorizados para hacerles daño a las niñas. Hay muchas aristas que podemos explorar desde el lenguaje y que tienen repercusiones en nuestra cultura.
5. Estamos en un tiempo en el que las mujeres nos hemos vuelto incómodas, dispuestas a asumir esta lucha. Si tuviéramos que hablar de este momento histórico en el que vivimos tú y yo como una ola del feminismo, ¿qué características destacarías?
De ahí la idea de este Tsunami. Siguen vigentes los temas de las olas anteriores, pero se han sumado nuevos retos que también queríamos ver desde nuestras perspectivas, que no eran las mismas que las de Margo, o las de Cristina Rivera Garza. Tenemos aquí una autora de 18 años. Las mujeres de esa generación tendrán otras preocupaciones que tú y yo no conocemos. También tendrán algunos temas resueltos. Cuando hablo con Jimena González pienso que ojalá yo hubiera tenido esa claridad a los 18. Hace 5 años no era una preocupación el lenguaje incluyente. Hay varios temas que compartimos.
6. De esta diversidad de feminismos podemos resumir que ni las propias mujeres terminamos de ponernos de acuerdo. A veces demeritamos a otras diciendo, por ejemplo, que “su feminismo es de blancas”. ¿Hay alguna forma de concilliar?
Hay algunas cosas muy básicas en las que todas coincidimos: no hay ni un feminismo que no esté preocupado por la violencia machista. Esa parte es básica. Desgraciadamente esas situaciones que parecen medievales siguen ocurriendo. Efectivamente, hay mujeres que no consideran a las mujeres trans, o indígenas, o que viven luchas muy distintas a las mujeres de clase media o a las afro descendientes. Está bien que la lucha tenga muchos frentes, pero lo lamentable es que nos peleemos. Preferiría poner manos a la obra para ver cómo podemos organizarnos. No hay que perder de vista lo que nos une. Todas debemos actuar desde nuestras trincheras y a partir de nuestras definiciones. Eso nos enriquece. Celebremos esa diversidad desde lo que aporta.
7. ¿Puede la literatura contribuir a la lucha feminista?
¿Qué te puedo decir como escritora? ¡Sí! Pienso en Margaret Atwood y su libro “The Handsmaid Tale”, que de pronto es muy vigente y que se ha hecho famoso con la serie. Ahora ya hay otras escritoras que buscan ir más allá para imaginar un mundo más positivo.
La literatura es un reflejo del mundo en el que vivimos, una advertencia, pero también es una puerta para crear algo distinto.
*Los textos de la Nebulosa del Cangrejo son contenido original de Anabel Casillas (Twitter: @DimeChascona). La foto no. Esta imagen pertenece a Ana Vértiz.
Sheldon Tirone
June 17, 2022Good post and right to the point. I don’t know if this is truly the best place to ask but do you folks have any thoughts on where to hire some professional writers? Thx 🙂