Quiero sentirme sexy

No importa en qué momento vuelva a leer esto: nunca voy a ser más joven que ahora. Y quiero sentirme sexy. He pasado demasiado tiempo preguntándome qué dirán los otros de mí. Desde que tenía 11 años he vigilado mi escote, porque me enseñaron a sentirme mal de que mis senos fueran muy grandes. A cuidar los malos pensamientos ajenos. Aprendí a no posar “demasiado” en las fotos para evitar las burlas. A evitar los bikinis y las faldas cortas. Escuché los comentarios a mi alrededor. Que si estaba “repuestita”, o “flaca como si estuviera enferma”. Me he revisado minuciosamente para juzgarme con argumentos. Menosprecié mi cuerpo. Y decidí que la mejor manera de sobrevivir era cubrirme. Hasta hoy.

Quiero andar desnuda, del cuerpo al corazón.

El año pasado atravesé por un periodo sentimentalmente muy duro. Hay algo irónico en todo esto: la destrucción de mi autoestima desembocó en un montón de preguntas respecto a la mujer que soy. Y me empoderé. Decidí que valgo la pena. Que merezco mirar hacia atrás y saber que no me quedé con las ganas de disfrutarme a mí misma. Sanar tantos temores que no han hecho otra cosa más que impedirme florecer.

Hay una libertad deliciosa en reconocerte bella sin condiciones. He estado haciendo el ejercicio de pensar algo lindo antes de salir y la verdad es que todo cambia: mi actitud, mi gesto, mi percepción del trato que recibo. Mejor todavía: me divierto en mi propia cabeza. Me río de la manera lujuriosa en la que puedo hablarme.

Le doy rienda suelta a mis fantasías. ¿Y si voy a una playa nudista? ¿Y si reservo una habitación de hotel con una tina increíble para leer? ¿Y si me compro una lencería de encaje rojo? ¿O qué tal si me tomo una sesión de fotos como las de Nahui Ollin? ¡Ah, Jack! Píntame como una de tus chicas francesas.

“Qué hermosa eres desde que no tienes miedo”, dice una imagen de esas que comparte la gente en sus redes sociales. Una frase mitad paparrucha y mitad verdad universal.

Cualquier día de estos me animo y me paro junto a una ventana inmensa con vista a la ciudad. Para encantar a todos esos vouyeristas. Para darme el gusto de hacerlo al menos una vez en la vida, en honor de mi propio placer.

*Los textos de la Nebulosa del Cangrejo son contenido original de Anabel Casillas (Twitter: @DimeChascona).

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5 Comments

  1. Luis
    January 29, 2019

    Ya ves cómo la “buenitud” sí es un estado mental? Independientemente si tu cuerpo es llenito, delgado o si es la representación perfecta del ideal estético, la sensualidad que proyectas es directamente proporcional al nivel de aceptación que tengas de tu “envoltura terrenal”.
    Bien por tu nueva actitud!

  2. Edgar
    January 29, 2019

    Me gusta leerte, te voy a comentar algo que me paso y espero no lo tomes a mal, hace ya algunos meses te vi en la calle y te reconocí, te iba a saludar, no me atreví… ni modo; pero quede fascinado con tu personalidad, tus ojos, tu mirada.
    el cuerpo importa para funcionar, casi siempre he considerado con más sustancia la palabra que emana de ese envoltorio perfecto, el tono de la voz que emite su sentir; pero también es lúdico para los poros ser admirados.

  3. Luis
    January 29, 2019

    Que gusto leerte…
    siempre es un gusto leer tus letras, te mando un abrazo
    Sigue publicando

  4. Luis Garcia
    January 29, 2019

    Me encanto,por que se siente la seguridad en cada palabra,por que se lee la virtud de la verdad personal y se entiende por fin la libertad de ser uno mismo!
    Hoy me ha gustado más La Nebulosa,por que ha sido clara y complemente despejante.

  5. T.Sáizar
    January 30, 2019

    Para mi, no hay nada mas sexy o que traspase mas las barreras de las convenciones físicas o de belleza, que una mujer segura de sí misma.
    Cuando derrochan seguridad, me siento irremediablemente atraído y es común que, si de primer momento no me parecían atractivas o “sexys”, una vez que les conozco ese lado, me lo parezcan cada vez mas.
    Pienso que el “ser sexy” debe comenzar desde la actitud… desde la inteligencia emocional para pasar a la cognitiva.

    Igual me ha dado por ese lado

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