Desconfío profundamente de las personas que no tienen dudas. Andan por el mundo con la convicción de que nada puede sorprenderles. Todo lo saben. Todo lo tienen. Suponen que leen más que cualquiera, que viajan más que cualquiera. Hay un peligro latente y explosivo en mostrarnos ante el otro como poseedores de la verdad absoluta. Esa ha sido la receta infalible para guerras, tragedias y rencores universales. No lo digo yo, lo dice la historia.
Ahora que la ola feminista le dio de frente a la indiferencia, leo cada vez más odio a las mujeres. Hombres que aseguran que la violencia que vivimos no es real y se empeñan en aleccionarnos. Mujeres que suponen que sus causas son más valiosas que las de otras mujeres y se esfuerzan en señalarlas con desdén. Políticos oportunistas; señores intelectuales que acaparan la opinión pública; religiosos y empresarios que emiten comunicados para decirnos hasta dónde es válido participar en las protestas. Dicen que nos dan permiso, pero que avisemos antes de faltar. No han entendido nada. Nuestro hartazgo es legítimo.
La primera fuerza opositora real de la administración en turno, hemos sido las mujeres. Nunca antes habían figurado así nuestros temas en la agenda pública. Era impensable reconocer que no es normal que nos maten quienes amamos. Que no es nuestra culpa que nuestros jefes nos acosen, o que nos desaparezcan por andar en la calle. Hoy se está hablando públicamente de eso que antes se reservaba a la soledad de cuatro paredes.
Por eso admiro a quien antes de emitir un juicio, escucha. Aprende algo nuevo fuera de su realidad. Que permite que las mujeres digamos cómo percibimos el mundo, cuáles son nuestras luchas, qué necesitamos para vivir tranquilas. El primer paso para la paz es dejar de invalidar a quienes piensan distinto. Dejar de querer tener la razón para alimentar al ego y comenzar a comprender. Salir de nuestras cabezotas y escuchar, escuchar, escuchar.
La revolución será feminista o no será. Y hay mucho que nos queda por aprender porque el machismo es tremendo, cultural y peligroso: para todos.
*Los textos de la Nebulosa del Cangrejo son contenido original de Anabel Casillas (Twitter: @DimeChascona).